Antes de escribir este post, he leído unas cuentas opiniones y críticas sobre la película
'Inteligencia Artificial', un filme de ciencia ficción que fue dirigida por Steven Spielberg y cuyo guión, mejor dicho la gran parte del mismo, fue escrito por Stanley Kubrick. Los artículos de estos críticos, demasiado opinativos para mi gusto, hacen hasta heridas, si cabe, a la película.
Como he titulado, a mí me gustó. ¡Hombre! No es la película de mi vida, pero creo que muestra muy bien cómo el ser humano se encapricha de un juguete y después lo tira como si fuera un despojo. Pues bien, en este caso el juguete es un robot, mejor dicho un niño robot. La historia es una variación de 'Pinocho' en el fondo. Un niño robot que es creado con la capacidad de amar, que comete errores en la relación con los humanos porque desconoce las reglas de nuestra convivencia o bien porque algún niño 'cabroncete' le pone la zancadilla. Él desea tanto que le quieran que sueña con ser un niño de verdad a toda costa. Y ya no cuento más.
En una de las críticas he leído que sólo un espectador podría decir que le ha gustado la película si se identificara con el protagonista, con el niño robot. Creo que es bastante común el sentimiento de querer ser amado y respetado, el sufrir por ello y el luchar por coseguir afecto. Así que no me parece tan extraña la empatía que pueda surgir.
La película está basada en el relato que escribió Brian W.Aldiss en 1969: 'Supertoys Last All Summer Long' ('Los superjuguetes duran todo el verano'), un cuento corto que merece la pena leer antes de ver su adaptación a las pantallas. El vacío de la incomunicación es tan enorme que te deja descorazonado. Ya he leído más críticas malas sobre esta obra y creo que es un relato de muy buen calidad dentro de la ciencia ficción, teniendo en cuenta además el año en el que está escrito.
¿No será que estos críticos confunden la crítica, perdón por la redundancia, con un contenedor en el que uno vomita bestialidades hasta que le sale la bilis? La crítica no consiste en arruinar una obra, sino en proporcionar las claves para que el lector sepa algo más que la sinopsis de una obra, pero no la opinión del mamarracho de turno, vamos, digo yo... que pa' halgo extudié.