Si algún músico me recuerda a mi infancia, ése es Bryan Adams. Tendría yo diez años cuando descubrí la cinta recopilatoria So far so good (1993) en el coche de mi padre y desde entonces se convirtió en mi músico y compositor por excelencia (aunque ahora, con el paso de los años, veo también sus limitaciones). Supongo que todos tenemos un artista, un disco o una canción que nos hace viajar a la época en que todavía conservábamos la inocencia infantil y en mi mente figura este rockero canadiense.
Hace poco, me aguanté la pereza que me da comprar CDs que conoces de memoria, y me compré este álbum. Mientras escuchaba temas como (Everything I Do) I Do It For You, Run To You, Summer Of `69 o Cuts Like A Kife, volví a recordar con nostalgia aquella sensación de emoción que fluía por mi cuerpo cuando a mis padres les ponía la cabeza como un bombo cantando estas canciones durante los trayectos en coche.
Hace poco, me aguanté la pereza que me da comprar CDs que conoces de memoria, y me compré este álbum. Mientras escuchaba temas como (Everything I Do) I Do It For You, Run To You, Summer Of `69 o Cuts Like A Kife, volví a recordar con nostalgia aquella sensación de emoción que fluía por mi cuerpo cuando a mis padres les ponía la cabeza como un bombo cantando estas canciones durante los trayectos en coche.