"Si hubiera tenido conocimiento de los horrores de los campos de concentración alemanes no habría podido rodar "El gran dictador": no habría podido burlarme de la demencia homicida de los nazis; no obstante, estaba decidido a ridiculizar su absurda mística en relación con una raza de sangre pura". (Charles Chaplin)
A pesar de sus dudas,
"El gran dictador" supuso una de sus películas más queridas y una de sus producciones más difíciles. Fue el productor
Alexander Korda quien le sugirió la semejanza de bigotes entre Adolf Hitler y el vagabundo que encarnaba Chaplin en la pantalla (conocido en Europa como Charlot desde que fue nombrado así en Francia). El cineasta,que era el artista de cine más famoso y taquiellero desde finales de los años veinte, comenzó a cavilar la idea. Él no era judío pero le preocupaba el dolor en la humanidad. Acababa de estrenar con éxito "Tiempos modernos (1936), un alegato contra la deshumanización del mundo, y estaba consternado ante la creciente ola de fascismo. Sin embargo, se dedicó a otros proyectos hasta que...
"De repente vino a mí la inspiración. En mi papel de Hitler yo podía arengar a las multitudes en una jerga de mi invención y hablar todo lo que quisiera. Y en mi otro papel de vagabundo, podía permanecer más o menos callado". (Charles Chaplin)
Pronto comenzó con el guión y se convirtió en su primera película íntegramente sonora. También en la primera en la que se oye la voz del cineasta. Para jugar con las semejanzas, en el guión, Alemania se convierte en Tomania; la cruz gamada nazi; en una doble cruz; Adolf Hitler, en Adenoid Hynkel; Joseph Goebbels; el ministro de propaganda nazi, en Garbitsch ( en inglés, garbage significa basura, por eso en la versión doblada al castellano el personaje se llama Basureich) y así, un largo etcétera. Justo al día siguiente de terminar la preproducción, comenzó la Segunda Guerra Mundial.
Cuando estaba en la mitad del rodaje, empezó a recibir mensajes alarmantes de la distribuidora United Artist sobre la posible censura a la que se estaba exponiendo. A pesar de todos los obstáculos, cada vez Chaplin estaba más convencido de llevarla a cabo.
Desde mi punto de vista, tanto el jugueteo de Hynkel con el globo terráqueo como el baile de "Charlot" en su barbería son dos de los grandes momentos visuales de la película. Aunque podría citar unos cuantos más... (imposible sin desentrallar las claves de la historia).
Termino con el relato de una pequeña anécdota:
¿Llegó a ver Hitler "El gran dictador"?
Pues, al parecer, no sólo lo vio una sino ¡ dos veces! En plena guerra se hizo traer una copia desde Portugal y se la proyectaron. Desgraciadamente, nadie recogió sus comentarios.